Quien pudiera poseer
Tu sonrisa donde habitan las aves,
Tus caricias de brisa y durazno.
Quien pudiera guarecerse
En ese refugio alegre que es tu corazón.
Te contemplo como al horizonte del mar,
Pudiera tomar todas las barcas y no alcanzarte,
O como un intrépido navegante de galaxias
Que no podrá nunca plantar bandera
En las fronteras del universo.
No existe, en todos los idiomas que son
Y en los que ya nadie pronuncia,
Palabra alguna que pueda reemplazarte:
Mängata, yuanfen, cafuné, meraki, fernweh,
Komorebi, viraha, cwtch, psithirisma, hygge…
Probablemente una ironía del azar
O la misericordia de las convergencias
Hizo de esta secante una tangente.
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